“La ladrona de libros”

La película, ambientada en plena II Guerra Mundial, describe la convivencia de un pequeño pueblo alemán; todo ello bajo el prisma de una recién llegada.

Ella es Liesel, quien nos acompañará a lo largo de todo el largometraje, una muchacha curiosa con un gran potencial imaginativo, y que en mitad de una guerra sufre las limitaciones que estas conllevan (desde la quema de libros hasta la muerte de muchos). Es en este entorno desolador en el que poco a poco va forjando su pequeño espacio de felicidad bajo el techo de su nueva familia.

Pero esta chica tan carismática, a pesar de tener unas enormes ganas de aprender, nunca le han enseñado a leer; y es con mucho esfuerzo que logra escribir su nombre. No obstante, su padre adoptivo estará ahí para darle cariño y aportarle todo el conocimiento que pueda, para que con el empeño de ambos al final Liesel sea capaz de devorar los libros con avidez, incorporar cada día nuevas palabras a su lista de vocabulario y, sobretodo, disfrutar con las infinitas historias que ofrece la lectura.

La voz en off, que a veces acompaña en la narración, supone un punto misterioso difícil de olvidar, dado que nunca la Parca había entrado tan prolijamente en detalles de lo que se supone que es su oficio.

Por otra parte, están las sensaciones que esta película transmite. No podemos perder de vista que (aunque se mezclen otros géneros) pertenece al drama, y en el perfil dramático de los personajes es donde destaca. Ellos son los que con una historia de sencillo desarrollo y con un manido tema, como es el Holocausto y las miserias de la guerra, consiguen acercarnos rápidamente sus emociones y, si el público quiere ser cómplice, hacernos vivir los buenos y malos momentos que les acompañan.

Un factor muy positivo de esta película es que, a pesar de haber dado el salto a la gran pantalla a través de un libro, muchos son los que afirman que no pierde calidad la película respecto al libro. Y esto no es muy frecuente.
En conclusión, se deja disfrutar con facilidad. Pues, a pesar de ser un tanto lacrimógena, no cae en el sentimentalismo gratuito. Es fresca, tiene la alegría de la inocencia y la juventud y te hace compartir a veces un nudo en el estómago, la duda de si el destino de los personajes tendrá un buen final.

Sandra López Ocaña (1ºBACH. B – curso 2013/14)