Twitter
Menu

En defensa de los estudios humanísticos (1994)

 

                                [Articulo publicado en el ANUARIO del curso 1993-1994]

“Eso no es práctico, de eso no se puede vivir, es mejor estudiar Dirección de Empresas, Ingeniería o  Informática.  La  Filosofía,  la  Historia,  la Literatura… ¿para qué?”

Así hablan los que han caído en la trampa de la extrema especialización profesional. Por el contrario, nosotros creemos que los estudios humanísticos tienen importancia,  y mucha, para el desarrollo integral de la persona. Daremos varias razones:

El hombre de Vitruvio Leonardo da Vinci, 1487

El hombre de Vitruvio
Leonardo da Vinci, 1487

  En primer lugar abordan las preguntas eternas que se renuevan, desde diferentes perspectivas, experiencias y etapas en la vida de una persona: ¿Es la vida un juego,  un engaño sin sentido? ¿Qué es la justicia, el dolor, el amor? Siempre habrá experiencias que nos conmoverán: la muerte, el dolor físico o moral, la desesperación. Concentrarse en la especialización profesional en detrimento de esas cuestiones supone perder lo que nos distingue de las maquinitas y de las bestias de carga. Son cuestiones que afectan a lo más profundo de nuestra humanidad y tampoco podemos despreciarlas con un buen trago o en una noche de juerga.

La segunda razón sería que estos estudios amplían los horizontes de una persona y evitan que su perspectiva  sea estrecha o superficial. “Afinan” el corazón del estudiante y le hacen posible apreciar una obra de arte, alguien que no haya tenido esa formación es posible que tenga los sentidos embotados por lo burdo y lo feo y puede ser presa fácil de las múltiples manipulaciones de la propaganda.

Una persona con formación humanística está en condiciones de apreciar unas cosas y de ser una persona feliz porque puede acceder a un espectro mas amplio de valores.

¿En qué se ha convertido hoy la muerte? No es un motivo de reflexión para examinar la propia vida. Es algo cotidiano en los medios de comunicación, o a lo sumo un motivo cinematográfico con efectos especiales, producto de Hollywood. ¿Y el amor? Se ha trivializado tanto como la muerte. Se pasa del sentimentalismo romántico al erotismo total. No hay lugar para la fidelidad, la responsabilidad, la generosidad en las preocupaciones diarias. La indiferencia con que el amor y la muerte han sido atropellados, es un síntoma lamentable de lo que la vida humana ha llegado a ser.

¿Vamos a construir nuestro sistema de valores basándonos en lo que ofrecen los medios de comunicación? ¿O buscaremos otra fuente de sabiduría? Las disciplinas humanísticas sirven de base a todas las demás materias: proporcionan la “sapientia” junto con la “eloquentia“, para que esta no se convierta en palabrería vana.

Y llegamos ya a una última consideración: Si los estudios de Humanidades se hacen con seriedad los licenciados podrían desenvolverse  con éxito en el mundo del trabajo. Adquirirán la perspectiva del llamado “hombre del Renacimiento”. El poder liberador de las Humanidades facilita no caer en la mediocridad, en la superficialidad, en los prejuicios, ni en la servidumbre de una especialización objetiva.

Esa sabiduría y esa prudencia la están pidiendo ya muchas empresas, sobre todo en EE. UU. para sus directivos, a los que exigen formación humanística, sin perjuicio de que los técnicos asesoren en sus competencias.

 

Firmado: Lourdes Alguacil de la Blanca.

 

BIBLlOGRAFIA:

O.  Escasa.   Manuel   Ramón, “El poder liberador de las Humanidades”, Manila -Economics and  Society. 1990