Crónicas desde el Estadio: Jornada 14
AFICIÓN + RESPETO
07/12/2014: Séptimo encuentro de Liga del Granada CF en su estadio. RESULTADO: 1-1
El partido Granada-Valencia se había erigido en el partido de Granada contra la Violencia después de los sucesos de los desalmados hinchas del Depor y del Atleti con resultado de muerte en la jornada pasada. Los aficionados íbamos al campo con una reflexión: es un deporte, un espectáculo, una cultura que transmitimos de generación en generación; pero, sobre todo, debe ser una muestra de la manera civilizada de compartir experiencias y emociones desde el respeto al contrario, no considerándolo un obstáculo que nos impide la victoria, sino el reto colectivo que mide el esfuerzo para conseguirla. Ganar es el fruto del trabajo, de la constancia y del talento. De ahí que merezca todos los honores. Siendo así, hasta la derrota es honrosa si se ha puesto todos los medios disponibles, como ocurre en cualquier otro aspecto de la vida. Es la lección que nos dan esos 22 deportistas en el terreno de juego cada jornada.
Visto así, quienes estaban bajo la lupa o examen de haber entendido este mensaje, no eran esta vez los jugadores o el entrenador, ni siquiera los directivos, sino la propia afición. Algunos habían olvidado que los sentimientos aireados a escape libre se tornan en violencia verbal, tan dañina como la física, gritos desaforados, coros contra la madre del árbitro o la dignidad del linier que pita o levanta la bandera en contra de los intereses de los de casa.
También el partido era el reencuentro con un equipo que, después de dejarnos insatisfechos con el Almería, nos había avergonzado con la abultada derrota, casi de patio de colegio, propinada por el Sevilla. A estas alturas de la clasificación parecía que nos estaba dejando “a la luna de Valencia”, a la intemperie, fuera del calor de los puestos a salvo de la tabla. Tal es el significado del famoso dicho, que aludía a los que llegaban tarde y se encontraban las puertas de la ciudad de Valencia cerrada, y tenían que dormir esa noche al raso, fuera de sus domicilios. Por todo ello, cuando al comienzo se leía la lineación de los jugadores que saltarían al campo, fue nombrarse a Caparrós y se instaló un muy explícito y sonoro silencio en las gargantas del público.
De ambas situaciones, ese volver a retomar las cosas desde el principio, cuando se han desmadejado y deteriorado más de la cuenta, por falta de cabeza, nos habla simbólicamente la canción “THE SCIENTIST” (“El científico”), del álbum A Rush of Blood to the Head (2002) de la banda inglesa Coldplay. Su texto evoca muy bien ese sentimiento con el que volvíamos a reencontrarnos los aficionados con “la pelota” (-así la llamábamos todos hasta que vimos por primera vez un balón de reglamento-), con este juego, el fútbol, que nos cautivó de pequeños antes de que las malas formas y los malos modos lo echaran todo a perder. Y también música y letra de la canción pulsa perfectamente el estado de ánimo con el que nos disponíamos a recibir de nuevo a nuestro equipo; el mismo conjunto con el que nos atrevimos a soñar al comienzo de la Liga en la primera jornada en casa, con aquella remontada al Depor, precisamente. Igual que las mejores narraciones clásicas, compuestas en anillo, donde el final suele acabar maravillosamente justo en el comienzo, formando un círculo completo, estábamos dispuestos a apoyar de nuevo al equipo albigranate y darle la oportunidad de que nos convenciera como antaño.
Y eso fue lo que hizo. El juego fue protagonizado, tanto en la posesión del esférico como en la iniciativa, por los nuestros; las ocasiones siempre se producían en área valencianista. Parecía que el Granada luchaba por los primeros puestos de la Champion en vez del Valencia. Hasta le anularon un gol, reconocido por toda la prensa como legal, a nuestro número 9, El-Arabi a pase de Success. Enfrente, un equipo rutinario, sin pegada. Sólo la que supuso la tarjeta roja del número 9 de la selección, Alcácer, por revolverse contra nuestro defensa lateral izquierdo Juan Carlos, y a los pocos minutos de haber salido. Toda una señal de la impotencia que generaba la apuesta de Caparrós. Era tanta la firme decisión de ganar el partido, que cuando íbamos ya perdiendo, después de haber encajado un gol de Negredo y a muy pocos minutos del final, en el minuto 89, lo empatamos por medio de Success.
El graderío se portó como auténtico animador del evento. El objetivo era no dejar ningún momento en silencio, reunir el aliento del público de una grada y otra para aupar a sus futbolistas hasta la victoria. Incluso, se llegó a corear el famoso “SÍ-SE-PUEDE” para dar la convicción precisa a la alineación rojiblanca de que se podía ganar el partido con apenas 2 minutos de resto.
La sensación final fue muy positiva. Es curioso cómo, cuando se hacen las cosas bien en todos los planos, con respeto y con perseverancia, el orgullo es la recompensa mayor que uno se lleva; más que cualquier otro triunfo posible. Porque es lo que da carácter y dignifica a las personas. Aunque, como dice la canción de Coldplay, “Nadie dijo que fuera fácil”. Ese es el camino: con respeto y con la afición, “volvamos de nuevo al principio”, a nuestra sociedad entrañable con el fútbol y con nuestro equipo. Se lo debemos a las generaciones que nos precedieron y nos inculcaron sus colores, y a las que nos seguirán, nos contemplan e imitarán nuestra conducta.
Antonio Andino Sánchez
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