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Crónicas desde el Estadio: Jornada 16

 

 

Ganar o Perder 

21/12/2014: Octavo encuentro de Liga del Granada CF en su estadio. RESULTADO: 1-1

 

 

 

Gol del Granada: Al Arabi en el suelo; a su pase Jhon Córdoba empuja el balón a portería. PHOTO: Autor del Artículo.

Gol del Granada: Al Arabi en el suelo; a su pase Jhon Córdoba empuja el balón a portería. PHOTO: Autor del Artículo.

 

Dicen los neurólogos que existen dos áreas antagonistas en el cerebro: la primera es la región prefrontal izquierda, donde se aloja la sensación de ser capaz de hacer frente a los retos y desafíos que se nos presentan en la vida; es optimista, con tendencia a buscar el lado positivo de las cosas, exploradora, gusta de empezar cosas nuevas y grandes proyectos. La segunda, la región prefrontal derecha, es donde residen los sentimientos de desconfianza, de inseguridad y ansiedad, con tendencia a sospechar que todo puede salir mal, olfateando siempre con antelación la posibilidad del fracaso; odia el riesgo, y prende en ella rápidamente el desánimo. 

Que tengamos estas dos maneras de resolver las cosas coexistiendo una junto a la otra tienen una poderosa razón de ser: nos habilita para la supervivencia. Y nos indica algo más, que hay que saber usar la que más nos conviene en cada momento. Un ejemplo muy cotidiano es enfrentarse a la preparación de un examen: para el estudio debemos poner en marcha la alegría de un explorador, de un aventurero ante el reto de la prueba que va a medir nuestra capacidad, optimistas, abiertos a las novedades del conocimiento; para coger la play o ver la tele o desentenderse y dejar cómodamente aparcada nuestra responsabilidad como estudiante, la desconfianza, la peor de las sospechas de un más que anunciado fracaso escolar debe aflorar como nos atrevamos a hacerlo. Las dos áreas del cerebro se complementan. Por eso, como todo en el ser humano, hay que aprender a hacer buen uso de las condiciones naturales de partida y ponerse a desarrollarlas adecuadamente.

Acoso constante del Granada a la portería del Getafe durante toda la Primera Parte. PHOTO Autor del A

Acoso constante del Granada a la portería del Getafe durante toda la Primera Parte. PHOTO Autor del Artículo.

El partido Granada-Getafe nos muestra claramente cómo actúan ambas zonas del cerebro según estamos diciendo. Empezó la escuadra de Caparrós optimista, sin temor, potente, asumiendo el riesgo de llevar la iniciativa del encuentro. Y tuvo su fruto: 1-0, al filo del fin de la Primera Parte. Fueron los minutos más gratificantes para la afición y para los propios jugadores en esta temporada, que por fin no le tenían miedo al miedo. El balón se desplazaba rápido, los jugadores albigranates corrían como leones, seguros de sus posibilidades de caza, de saciar el hambre de gol atrasada. Al Getafe le había caído encima un equipo con fuerza, velocidad y acierto. Al Arabi y Jhon Córdoba eran los colmillos de una fiera depredadora que no iba a dejar la portería sin agujeros. Ellos fueron los últimos que tocaron el balón que perforó por fin la meta del Getafe. Hasta ese momento todo el grupo de jugadores locales jugaban con la parte frontal izquierda del cerebro. El entrenador también.

Acoso del Getafe durante toda la Segunda Parte. PHOTO: Autor del Artículo.

Acoso del Getafe durante toda la Segunda Parte. PHOTO: Autor del Artículo.

Pero llegó el descanso. Y, como decía Séneca, peius habuisse quam non habere [“peor que no tener es haber tenido”]. Volvíamos de nuevo al campo con la renta a favor de la Primera Parte, no como al principio, que íbamos con las manos vacías, pobres y hambrientos de victoria. La comodidad de la ventaja en el marcador hasta ese momento hizo que la parte frontal derecha hiciera su aparición. Ya no era ganar, aceptar el reto de la fortuna lanzándose a por todas. Era conservar, que transcurrieran los minutos y que no pasara nada más en el campo. Surgió la especulación con el resultado, los 3 puntos, la tabla, la seguridad del resultado; en definitiva, el inmovilismo desconfiado, suspicaz, temeroso de perder lo que al fin se había conseguido. Se notó en la pérdida de la posesión del balón, en el abandono del ataque de acordeón de la línea de mediocentro, para echarse atrás. Hubo un par de ocasiones sueltas de contraataque, sí; pero la directiva de las operaciones las tomaba ya el equipo contrario, que golpeaba una y otra vez la puerta de los nuestros. Salió Riki por El Arabi, fuerza bruta para bloquear frente al estilete o punzón que teníamos en ataque. Una parada espectacular de nuestro portero y un gol anulado al Getafe no sólo avisaron del desenlace final, sino que permitieron que de una manera flagrante penetrara la sensación de que aquello se iba de las manos, que otro fracaso más estaba a punto de caer sobre el equipo y que el entrenador sufría ya un ataque de pánico. Así fue.

En fútbol, tradicionalmente, sólo les sale bien el uso manifiesto del área prefontal derecha del cerebro a los equipos italianos con su catenaccio, pero no es ninguna gloria, ya que esa manera de corromper la idea sagrada de este deporte la han llegado a llamar antifútbol. Porque el fútbol de verdad debe ser alegre, atrevido, espectacular. Es lo que llena los estadios. Para ganar sin riesgo está la lotería, donde se juega a ganar más de lo que se pierde con unos cuantos euros. Y espera uno los resultados en la mesa camilla de casa. La ambición, el desafío, la apuesta de las cualidades que los jugadores atesoran, es algo que el entrenador del Granada parece que no se atreve a explorar por miedo. Quizás porque sabe lo que es perder el favor del Club y del público a lo largo de su experiencia por otros grandes equipos (como el Sevilla –es grande mal que me pese, porque soy bético de nacimiento- y el Atlétic de Bilbao). Caparrós debería tomar nota de esa primera parte, de su propio estado de ánimo, de la energía que produce alimentar y favorecer los pensamientos positivos, el gusto por el riesgo de querer ganar, en lugar de la desconfianza angustiosa de no querer perder, que ha demostrado en todo lo que llevamos de Liga.

Celebración del gol del Getafe. PHOTO: Autor del Artículo.

Celebración del gol del Getafe. PHOTO: Autor del Artículo.

Por eso desde esta modesta tribuna le digo “Cuando Vd configure con su voluntad la estrategia del equipo en el campo, dele una oportunidad al gusto por los desafíos, señor Caparrós, désela al plantel de jugadores que tiene, y déselo a la afición, que es la beneficiaria o perjudicataria última de sus estados de ánimo.” A estas alturas ya solo jugamos a perder o ganar. El empate ya no sirve de nada. Hoy por hoy estamos en la Tabla o “Potro de Suplicio” de la Clasificación los terceros por la cola. No tenemos ya más nada que perder: solo ganar.

Pero, como estamos con un pie en Navidad y no nos veremos en el estadio en un periodo largo de vacaciones, le envío este regalo a Vd, a la plantilla y a los lectores de TUTÁBULA. La canción “JUST THE WAY YOU ARE” del album The Stranger (1977) del estadounidense Billy Joel. En su letra nos cuenta cómo lo bueno y lo malo forma parte de uno mismo, que tenemos un potencial que nos sube y otro que nos hunde, pero que somos como somos y así debemos aceptarnos. Conociéndonos mejor tenemos la obligación de aprovechar nuestras capacidades positivas y sacar lo que nos atenaza sólo en los momentos precisos; que la Naturaleza es muy sabia. Estoy seguro de que lo que ha mostrado el Granada C. F. y su entrenador en la Primera Parte contra el Getafe, lo seguiremos disfrutando en futuros encuentros. Una vez descubierto y que sabemos que forma parte también de nuestro equipo, démosle salida. Ese es el camino de la Victoria. FELIZ NAVIDAD a todos.

 

Antonio Andino Sánchez

 

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