LA PLENITUD DE LA ESENCIA
Dedicado a LOLA MARTÍNEZ MATA.
Profesora de Lengua y Literatura Española del I.E.S. ALBA LONGA (1990-2011)
En tarros pequeños se atesora la esencia más fina. Pura poesía es el trabajo de Lola Martínez, menuda en su persona, pero segura y constante en su genio y carácter; el aire de su vuelo es leve, casi imperceptible y su mensaje certero, claro y penetrante. No hay más que tener ojos para ver, oídos para escuchar y tiempo para mirar; entonces, el portento se manifiesta como don celestial ante nuestra perpleja contemplación, hecho de maneras nobles y palabras melodiosas, que evolucionan cual firmes pisadas de fluir pausado hacia certero horizonte. Su estabilidad lírica se ilumina cual llama abrasadora, a la par, incendio apasionado y morada sosegada que atrae y enamora. Así, sin proponérselo, como si fuera connatural a su persona, ha conseguido, a través de los trabajos y los días gozar de ese don preciado, que alimenta y da vida, la sustancia más necesaria para quien enseña: la gracia de los alumnos. ¡No sabes cuánto te extrañaban y añoraban los discípulos que, tras haberte gozado un curso, al siguiente te perdían!
Su sabiduría ha logrado mantener día a día, a través de tantas mañanas sin retorno, gastadas y ganadas entre los grupos del año, ese espacio de novedad que le da contemporaneidad con los adolescentes. Quizás su cuerpo menudo y proporcionado, en conjunción con la novedad del momento presente, unido a la retroalimentación del encanto, multiplicado por la gracia recibida, provocan en Lola el renacimiento y la reactualización incesante y así, por ejemplo, en el último año se nos hizo, tras tantas otras metamorfosis precedentes “mujer desigual” que, al decir de La Bruyêre, “no es una sola mujer, sino varias, pues se multiplica por el número de nuevos gustos y de maneras diferentes que tiene y manifiesta; a cada momento es aquélla que era, y pronto va a ser lo que jamás ha sido, en un continuo sucederse a sí misma”.
Esa esencia polimorfa, en un nivel mas liviano, también se hacía presenta en forma de botes de plásticos y tarros de vidrio que, para el próximo curso serán manifiesta y dolorosa ausencia pues, entonces ¿a dónde irán los tersos y delicados cutis de la mayor parte de las féminas del claustro?, ¿qué de los exquisitos aromas que extasiaban las pituitarias de nuestras regaladas narices? Además, si muchas compañeras han sido seducidas y hechizadas por los cosméticos de la fragancia Lola, también los ojos de los no dependientes se alegraban con la variedad de recipientes que de vez en cuando se explayaban y engalanaban con sus aromas y texturas la austeridad monacal de la recatada sala de profesores.
En esa misma dirección lírica y metamórfica Lola me ha tenido engatusado muchos años, pues a través de ese maravilloso tiempo que nos ha tocado vivir en la más completa contemporaneidad, ella me ha servido poco a poco, en ajustadas porciones los versos de los mejores poetas de nuestro tiempo: La espada de Luz. Como regalo mágico y maravilloso, cada año fui recibiendo los cuadernillos de Carvajal, Hierro, Martín Vivaldi, Celaya, García Lorca o Muñoz Rojas, entre otros tantos. Retazos de gloria que de sus manos me llegaron como el más preciado de los tesoros y el don más duradero. Esencia pura, esa que atesora en perfecto tarro nuestra querida Lola.
José Antonio González Núñez