Bullying
Levantarse por la mañana y odiar la simple idea de que haya que ir al Instituto, no siempre lo causa las pocas ganas que solemos tener de ir a clase. A veces esto pasa porque somos conscientes de que, una vez que lleguemos al Centro, comenzarán las burlas, las risas, los comentarios entre cuchicheos que se hacen sobre una persona.
El bullying es algo que nos ha afectado a todos, en mayor o menor medida, en algún momento de nuestra vida. También puede que hayamos sido simples observadores de un caso de bullying. Y, sinceramente, eso me causa el mismo rechazo que la misma persona que un día decide que la existencia de otra persona le molesta lo suficiente como para querer arruinarle día tras día.
Centrándonos en el punto de vista de la víctima que sufre el acoso, podemos describir los diferentes sentimientos que puede llegar a sentir: ira, odio hacia uno mismo y hacia el acosador, e impotencia. Es difícil poder llegar a descubrir en ti algo que pueda llegar a levantar el desprecio de alguien que apenas conoces; es difícil saber la causa por la que esa persona se molesta en recordarte ese defecto con el que tú luchas para superarlo. Llegas a pensar: “¿Realmente mi defecto es tan perceptible?” “¿Realmente soy tan bajito/gordo/feo etc?” Incluso, tu conclusión termina siendo que nunca acabará, que siempre estarán hundiendo tu día por maravilloso que sea.
Es difícil también pensar como el acosador. Muchas veces he escuchado que suele ser alguien que se odia a sí mismo, que sufrió acoso o, incluso, que tiene auténtica envidia de la víctima que acosa. Pero yo he llegado a la conclusión de que un individuo así lo hace por el placer de sentirse superior, de saber que tiene el poder para arruinar la jornada de otra persona, de reírse de alguien con todos sus amigos para sentirse más popular. Aunque quizás también quiere llamar la atención de la gente, hacerse notar y conseguir amigos a base de meterse con quien carece de algo que él cree tener de sobra.
El caso más cercano de bullying que hemos tenido recientemente en España ha sido el suicidio de una chica madrileña de 16 años. Sí: el bullying puede llegar a tales extremos, y casi siempre el verdugo que realiza el acoso es muy consciente de ello, o simplemente se escuda en el “no era para tanto”, “estábamos de broma”. Lo más lamentable de la muerte de esta chica es que sus compañeros estaban al tanto del maltrato que sufría durante todo el tiempo y, claro está, no dijeron nada. En este caso particular el bullying lo recibía por la discapacidad que tenía, algo todavía mucho más vergonzoso: que sigamos siendo incapaces de respetar a todas las personas sean como sean. Pero el bullying puede ser por todo: por ser más alto que el resto, por ser más listo que el resto…. simplemente por tener algo que te diferencie, que te haga destacar.
Desde mi punto de vista las diferencias, esas cosas que te hacen destacar, son maravillosas. ¡No somos conscientes de que el hecho de que seamos diferentes es algo increíble! Lo normal aburre, y siempre lo diré: en ningún momento tenemos que pensar, “ojalá fuera más alta o más delgada o rubia o morena”. Simplemente porque alguien puede hacer bromas sobre eso y nos puede hacer sentir el rechazo por el pequeño defecto que poseemos. Es difícil decir cómo actuar a alguien que sufra acoso, que no sea el típico de “habla con tus padres y maestros”. Esto puede incluso llegar a no servir de nada.
Mi consejo es centrarte en las personas que te quieren, dejar a esas personas que apenas conoces y se ríen de ti. Pensar lo triste que tienen que ser sus vidas para que tengan que estar al tanto de lo que haces, conocer tus defectos y aceptarlos; y, lo más importante, quererte a ti mismo, crear un escudo que pueda con todo. Tengo que reconocer que es difícil, pero una vez que lo tienes, no lo pierdes.
Laura Lupión Torres.
curso 2014-2015.