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Crónicas desde el Estadio: Jornada 34

 

La Noche Más Oscura

30/04/2015: Decimoséptimo encuentro de Liga del Granada CF en su estadio. RESULTADO: 1-2

 

 

La escuadra inicial albiceleste del Español C.F. PHOTO: Autor del artículo

La escuadra inicial albiceleste del RCD Espanyol de Barcelona S.A.D. PHOTO: Autor del artículo.

Cuando Platón pone en boca de Sócrates “Una vida sin reflexión no es vida humana”, recoge en el análisis permanente del pensamiento el sentido de toda filosofía y, en definitiva, el resumen de nuestra propia existencia. Todo lo que hacemos, todo lo que vivimos lo evaluamos, lo sopesamos hasta darle una explicación coherente. Desde los sentimientos hasta las acciones más insignificantes: todo es escrutado minuciosamente. Más o menos.

Se guardó un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Nepal.

Se guardó un minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Nepal.

Siempre que el ser humano ha llegado a establecer sistemas con reglas concretas de causa-efecto, con capacidad de previsión de resultados, le ha dado el carácter y nombre de “CIENCIA” (scientia), cuyo significado etimólogico en latín es “SABIDURÍA” o conocimiento infalible. Ciencia es, por ejemplo, todo aquello que luego utiliza la tecnología en la manipulación del mundo real para el servicio y provecho de la comunidad, perfectamente abarcable con técnicas y soluciones operativas, y que ha hecho de este mundo un lugar más cómodo y  habitable. Piénsese en la logística del comercio para que todo esté bien distribuido en todos los puntos de consumo cada mañana. O en las innúmeras profesiones que prometen éxito en su ejecución, como la Medicina, la Arquitectura, la Aeronáutica, la Mecánica, la Electrónica, etc.. Y si con ellas no viene el éxito esperado, siempre es achacable a la RESPONSABILIDAD de quienes las ejercen, a su incompetencia, a la vulnerabilidad de la atención e interés del operario, de la persona encargada, del humano irregular, que falla, se equivoca y fracasa.

Los jugadores del Granada C.F. antes del comienzo del partido en una imagen premonitoria de la tristeza que depararía la noche. PHOTO: Autor del artículo

Los jugadores del Granada C.F. antes del comienzo del partido en una imagen premonitoria de la tristeza que depararía la noche. PHOTO: Autor del artículo

Por otra parte, si el índice de acierto es un poco más imprevisible, entonces la Humanidad le pone otro nombre y carácter al invento: dice que eso es “ARTE”, una mezcla de genialidad y casualidades. El Arte es irracional, es un momento de inspiración que conecta con magnitudes no abarcables por la razón. Aparece y desaparece como las tardes legendarias de Curro Romero: unas, gloriosas, celebradas a hombros de sus seguidores por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla; otras chirriantes de chiflas e improperios contra el mítico torero de Camas, “fartito” ese día de inspiración. A él se le debe el famoso adagio “Una mala tarde la tiene cualquiera”, que figura en el frontispicio del difícil y arriesgado arte taurino.

Portada de la Revista Oficial del GCF. La desesperación no es buena consejera.

Portada de la Revista Oficial del GCF. La desesperación no es buena consejera.

Esta reflexión inicial, obvia y necesaria según el “alma pater” de la Filosofía, nos sirve también para evaluar el fútbol: ¿Es Arte o es Ciencia? Según el modo en que lo cataloguemos, deberemos pedir o admitir las explicaciones pertinentes a quienes nos ha llevado al agujero negro en el que el Club se encuentra, a cuatro jornadas del abismo.

Dicen los entendidos que una buena “política de fichajes” junto con una buena planificación tanto de rendimiento físico, como de pericia técnica y estratégica, da siempre resultados óptimos, cualitativos en victorias y cuantitativos de sabrosos puntos en la Tabla. Si lo medimos científicamente, observando causas y efectos, la responsabilidad de la situación actual es del entrenador, que no ha sabido rentabilizar el servicio de los jugadores adecuados. Así se entendió cuando se destituyó a Caparrós. Por tanto, no es atribuible a la mala suerte la causa del estropicio.

La soledad de Abel. Entre las funciones que conlleva el oficio de entrenador está la de asumir la responsabilidad tanto del éxito como del fracaso del estilo de juego demostrado por  sus jugadores. PHOTO: Autor del artículo.

La soledad de Abel. Entre las funciones que conlleva el oficio de entrenador está la de asumir la responsabilidad tanto del éxito como del fracaso del estilo de juego demostrado por sus jugadores. PHOTO: Autor del artículo.

Mas si entendemos el fútbol como un arte, donde acuden muchos factores en el amejoramiento o empeoramiento de cada situación, que nace y muere en cada partido aisladamente, el análisis resultante es que las malas tardes (y noches) apenas han encontrado inspiración esta temporada. Incluso, el aspecto irracional, el lado mágico e intuitivo que mueve el alma del jugador sobre el terreno de juego se ha visto de continuo obcecado, taponado por una falta de ilusión y ambición preocupante. Es más: a duras penas y muy entreverada se ha podido ver la personalidad del profesional, su saber hacer.

Gol del equipo visitante: 0-1. PHOTO: Autor del artículo.

Gol del equipo visitante: 0-1. PHOTO: Autor del artículo.

Contra el Español parecía que iba a repetirse la misma gesta que contra el Sevilla: los mismos jugadores, los mismos componentes, el mismo Estadio y entrega del público, la misma táctica de apretar arriba. Pero no. Fiel al dicho de Heráclito de que es imposible bañarse dos veces en las mismas aguas de un río, no hay en la realidad dos actos, dos situaciones idénticas al 100%. Las piernas de los albigranates parecían de blandiblú. No eran capaces de perforar el espacio, de ocupar el terreno contrario, de poner cerco a la portería del internacional Casilla. Conforme avanzaba el Primer Tiempo se iban perdiendo fuerzas, pulmón y valentía. Los compases finales de la Primera Parte con pérdidas de balón absurdas, simplemente porque no se sabía qué hacer con él o porque el cansancio no permitía apretar ya más en el ataque, era el espectáculo de la cobardía, de los ánimos inseguros, de la torpeza como marca de inutilidad. Por eso el gol de Sergio García, el número 9 del Español, fue un estallido, una explosión del descontento del público. No podía ocurrir otra cosa. Y ocurrió. Un golazo. Junto a un fracaso estrepitoso del no-estilo de juego de los nuestros. Perdíamos 0-1.

La salida del campo al vestuario en medio de una lluvia de reproches daba una imagen del equipo nazarí muy penosa, como la de las terribles y famosas tardes de Curro Romero, en las que todo el mundo en previsión del evento hacía acopio de dos almohadillas, una para ver el “espectáculo” y otra para arrojársela, si se presentaba la ocasión, al Maestro por su habitual y cobarde actuación en la suerte con el astado.

La imagen del equipo palidecía, como un fantasma, como un alma en pena. Los jugadores eran una sombra vagando inútil, perdida sin remisión. Lo peor no era perder era la impresión de impotencia absoluta, de incapacidad. PHOTO: Autor del articulo.

La imagen del equipo palidecía, como un fantasma, como un alma en pena. Los jugadores eran una sombra vagando inútil, perdida sin remisión. Lo peor no era perder era la impresión de impotencia absoluta, de incapacidad. PHOTO: Autor del articulo.

En el descanso la reflexión era reflexión matemática. Los números presentes cada vez estrechaban más en el futuro el cálculo de posibilidades que permiteran la permanencia. Lo único que podía salvar al Granada era que los demás pudieran descontarse puntos. Un imposible. Desolación, desesperación, la sensación de toda una temporada tirada, sin planificación, sin jugadores, sin entrenador. El primero, Caparrós, quiso hacer un vestido con retales que tapase sin adornos, diseñado exclusivamente para las salidas a otros estadios; pero en casa el atuendo se quedaba corto, desmañado e impotente, sin personalidad de ataque, jugando siempre a no perder, que era como jugar siempre a no ganar. Todos los puntos acumulados han sido como lo del Nescafé, tacita a tacita, puntito a puntito, empate tras empate. Goles, casi los imprescindibles para no ganar nunca. Ninguno o muy pocos traían cosido con ellos el premio de la victoria. Luego se puso a Abel, que ha actuado a la desesperada con todo tipo de combinaciones, intentando que en una de tantas cuajara un alma de un equipo que se ha demostrado sin alma, sin líderes, sin personalidad. Nadie se ha responsabilizado de su posición, nadie ha tirado del carro, porque todos eran pasantes, ninguno asumía el puesto como propio. La falta de ambición de los jugadores en esa ruleta rusa que ha llevado al entrenador a hacer un equipo improvisado, de circunstancias en cada ocasión, se ha revelado cada vez más decadente y autodestructiva por sus pésimos resultados.

Los jugadores del Granada C.F. al final del encuentro en un acto de humildad y respeto hacia el público se situaron en el centro del campo responsabilizándose de todo lo ocurrido en el terreno de juego. PHOTO: Autor del artículo.

Los jugadores del Granada C.F. al final del encuentro en un acto de humildad y respeto hacia el público se situaron en el centro del campo responsabilizándose de todo lo ocurrido en el terreno de juego. PHOTO: Autor del artículo.

Ante tamaño desatino, el público reaccionaba como el cruel emperador Calígula: en uno de sus enfados el tercer mandatario imperial de la dinastía Julio-Claudia al contemplar a la muchedumbre objetándole una decisión tomada por él mismo en el Circo romano, dijo: “¡Qué lástima que toda Roma no tuviera un solo cuello! ¡Lo mandaría cortar ahora mismo de un solo tajo!”. El sentir general era hacer cesar a toda la plantilla entera de un plumazo. Menos mal que siempre hay un espacio entre el deseo y la acción propia de llevarlo a cabo…

El gol de Mainz puso de nuevo la esperanza de la remontada. Los deseos del graderío corrían más rápido que la cruel realidad. PHOTO: Autor del artículo.

El gol de Mainz puso de nuevo la esperanza de la remontada. Los deseos del graderío corrían más rápido que la cruel realidad. PHOTO: Autor del artículo.

La Segunda Parte trajo, no obstante, un gol del defensa Mainz, que igualó ligeramente el encuentro. Pero a la postre no sirvió de nada porque 10 minutos más tarde, en el 83º, Montañés se llevó los tres puntos para el club catalán. La gente fue abandonando el graderío paulatinamente, creando con su defección grandes calvas de asientos vacíos. Nadie quería más de lo mismo. No les gustaba el espejo que devolvía un equipo que claudicaba, que estaba desangrándose en su dignidad, metamorfoseando su imagen de Club de Primera por un Club de muy Segunda Categoría.

El vínculo del Granada C.F. con su ciudad supera siempre con creces cualquier mal resultado.

El vínculo del Granada C.F. con su ciudad supera siempre con creces cualquier mal resultado.

Los que habíamos estado allí desde la primera jornada, nos sentíamos como Elton John en su canción “DON´T LET THE SUN GOING DOWN ON ME”, del álbum Caribou (1974). Los resultados habían hecho que nos cayera encima el astro rey, haciendo de todo una noche oscura, después de la frustrante inversión de ilusiones y sentimientos que habíamos puesto en todas estas jornadas pasadas de fútbol en vivo y en directo. Incluso echábamos de menos aquellos empates, que eran poca cosa y tan degradantes, pero que ahora nos sabían a mucho, llevados por la necesidad de puntuar “como sea” “lo que sea”. No nos importaban las menudencias con tal de que tuviéramos todavía aspiraciones a poder seguir en Primera. Perder ahora la categoría era, igual que dice la letra de la canción, como si el sol sucumbiera sobre nosotros y que sólo pudiera contemplarse en adelante la más fría y oscura de las noches.

 

Antonio Andino Sánchez.