“What you are made of”, de Lucie Silvas (2004)

María Molina Muñoz
Cuenta el mito en ‘’El Banquete’’ que anteriormente hombre y mujer se encontraban fuertemente unidos hasta la formación de un único ser con forma redondeada, la espalda y los costados colocados en círculos, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular, una sola cabeza… El cuerpo era robusto y vigoroso y de corazón tan animoso que concibe la idea de escalar al cielo y combatir a los dioses. Júpiter, temeroso, redujo su fuerza a la mitad separándolo a dos cuerpos y condenándolos por el resto de su infeliz existencia a la búsqueda de la otra mitad; con el propósito de sentir ese tan absoluto poder que llaman amor, aquello tan bonito que sentimos: complicidad.
“No hay ser humano por cobarde que sea que no pueda convertirse en un héroe por amor” – como dijo Platón. Todos y cada uno de nosotros somos víctimas a momentos, de las redes del amor. Sin embargo, solemos confundir el concepto, pues el amor no es más que un cuento moderno sin el eterno final feliz que nos prometieron las viejas películas. Por eso debe concebirse siempre como una suma de momentos, una complementariedad a tu persona, una ilusión que te acompaña, siempre como una adición. Y es que el amor está en uno mismo, en la representación de nosotros que nos llega en base a la actuación propia sobre la otra persona, en que la expresión de nosotros mismos sea de nuestro agrado.
Somos nosotros quienes por deseo decidimos vivir de manera compartida (“porque yo elegí las aguas en las que me he metido”). Debe aceptarse el desamor(“tal como esperaba, estamos en un punto sin retorno, no podemos volver atrás y nada va a cambiar”) como proceso natural, como una decisión de la voluntad individual. Y dolerá, y no deberíamos llorar pero lloramos, y no deberíamos rompernos pero nos rompemos (“no puedo controlar si me hundo…”) y deberíamos creer en nosotros y dejamos de creer, pero así y todo… tras esto, lo superamos (“… o salgo a flote”).
Como aprendí, el amor es una suma, nunca una resta, y mucho menos una fracción, nunca pasos en dirección contraria o hacia atrás, en el momento en el que lo haga, en el momento en el que nuestra integridad se sienta dolida, en el momento en que al dar no le proceda un recibir(“no es mucho pedir recibir lo que te di”) lo bonito se acabó y el bravo mar se tragó la arena.
A veces esperamos mucho más de las personas, nos decepcionan.Cuando llega el desamor, hasta el lenguaje parece haber cambiado, hasta el punto de hacerlo incomprensible y extraño (‘’Te oigo hablar pero tus palabras no dicen nada”). Por eso es mejor vivir no esperando nada de nadie, esperar siempre duele.
(“You changed”), las personas cambian y si no es esta la indicada, no debemos desanimarnos. Como dicen, hay mil peces más en el mar de la vida (“Si no es así como estás hecho no eres entonces lo que buscaba”). A veces el destino no está de nuestra parte y la suerte tampoco nos ayuda. No fuiste tú, ni fui yo, fue nuestro conjunto que no consiguió engranarse (“y ya no importa quien tenga la razón, creo que merezco algo mejor”). A las personas hay que cuidarlas. Como ejemplifican, prueba a arrugar un papel e intenta seguidamente estirarlo, ¿sigue igual? El daño siempre va a dejar huellas y las decepciones van a ser constantes, por eso la actitud positiva debe predominar y vamos a desdeñar todo aquello nocivo, nos cuidaremos a nosotros mismos. Personas entran y personas salen, algunos escogen el mismo destino y nos acompañan por más tiempo, otras compran billetes más baratos y su recorrido a nuestro lado es más efímero. Por todo esto debemos ser nosotros nuestro principal objetivo, y que el amor no simbolice más que una suma puntual que nos aporte más bueno que malo, siempre una carga positiva.
Como dice Gómez de la Serna “el amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero”. No existen los “parasiempres”, no existen las medias naranjas, al igual que no existe el amor de libros o los príncipes de sangre azul. Existen la alegría y la ilusión del momento, las vivencias compartidas positivamente, una realidad donde se sume y no se reste, un mundo donde si se cambia (“you changed”) todo está bien (“but it’s allrigh”), un lugar donde se busque el amor personal y el resto… el resto solo adorne.
María Molina Muñoz
curso 2016-2017