INTOLERANCIAS, por Sarah Delgado Martín.
Para empezar y sentenciar: sólo me declaro intolerante a la gente que no sabe tolerar nada, a la gente totalmente intransigente. ¿Por qué? Desde mi punto de vista, cada uno tenemos el nuestro, pero tenemos esa rara manía de calificar todos los que no son igual que nuestra opinión como malos o menos válidos. Porque sí, sin razón. Esto lo podemos ver diariamente en todos sitios, mires hacia donde mires, siempre vas a encontrar un destello de intolerancia, sobre todo, entre nosotros los jóvenes en el Instituto, por temas irrelevantes, pero que por falta de empatía somos incapaces de entender en los que tenemos a nuestro alrededor. Y eso a veces desemboca en una montaña, que no tiene nada que ver con el grano de arena por el que empezó.
En la actualidad la intolerancia, donde más la vemos, es en temas políticos y religiosos, aunque esto es algo que llevamos arrastrando años y años en nuestra sociedad. En clase lo pudimos ver en la película “Ágora“, en la que no se toleraban mutuamente el cristianismo y la religión pagana. En mi opinión esta intolerancia se debe a los fanatismos, ya que todo en exceso es malo. Podemos comprobarlo también en los sucesos recientemente acaecidos por parte del DAESH (depende de cómo se conjugue puede significar “intolerancia”, para entenderlo todo un poco más), ya que estos desaprensivos por no soportar que haya gente que no tenga los mismos pensamientos que ellos y ser auténticos fanáticos de su religión, son capaces de quitarse la vida y arrebatársela también al resto de personas que tengan cerca.
En conclusión, la primera afirmación que he hecho al escribir este texto, el declararme intolerante a la gente que no tolera nada que no sea lo que ellos piensan. Porque por supuesto que cada uno tenemos una forma de pensar, un gusto y unas creencias distintas, pero no por ello debemos de tratar imponérselas a todo el mundo, ya que debemos de respetar que somos todos iguales y tenemos el mismo derecho a tener opiniones diferentes.
Si todos tratásemos de poner de nuestra parte y tolerásemos poco a poco más cosas, siempre y cuando no sean perjudiciales directamente para la sociedad (es entendible no tolerar a un asesino o un delincuente), todo iría mucho mejor y no tendrían lugar tantos conflictos diarios, tanto entre nosotros como a nivel mundial o entre países. Por desgracia es imposible, ya que siempre quedará alguien totalmente intransigente.
Sarah Delgado Martín
curso 2016-2017