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NO SONRÍA A LA CÁMARA, por Rocío Amador Pertíñez.

 

Rocío Amador Pertíñez, autora del artículo.

 

La familia de uno de los acusados de violar a una chica de 20 años en los sanfermines contrató a un despacho de detectives para que espiase a la víctima. ¿Por qué ha creado tanta polémica este tema en nuestro país? La cuestión principal sería: ¿A quién estamos juzgando? Los medios de comunicación emplean la denominación de “víctima” para esta chica, sin embargo, está siendo la más juzgada. El problema del machismo es que todas las mujeres que viven esta horrible experiencia dejan de ser víctimas y pasan a ser las verdaderas acusadas de lo sucedido. “¿Cómo iba vestida?” “¿Pero seguro que opuso resistencia?” “¿Qué hacía sola tan tarde?” “¿Cuánto había bebido? “¿No te parece que con ese escote iba provocando?” Podría seguir leyendo preguntas que forman esa larga lista que sirve como interrogatorio para cada una de esas mujeres que son violadas cada 8 horas en España, y aun así no encontraría ninguna respuesta que justificase esa violación.

Por otro lado deberíamos de plantearnos cuál es la raíz de la cuestión, ¿por qué está tan normalizada e interiorizada esta idea sobre las violaciones? La respuesta es muy simple: “la cultura de la violación”, la cual hace posible que la violencia sexual infligida contra la mujer se naturalice y  se encuentre normalizada tanto en los medios de comunicación como en la cultura popular. La cultura de la violación se perpetúa mediante el uso del lenguaje misógino, la sexualización del cuerpo de la mujer y el embellecimiento de los abusos sexuales (por ejemplo, en la pornografía), dando lugar a una sociedad despreocupada por los derechos y la seguridad de la mujer. Nuestra educación sobre la prevención de las violaciones se basa en que las mujeres sepan cómo evitarlas, cuando en realidad deberíamos educar a los hombres para que no las cometan.

Partiendo de esta base podemos entender el conflicto que ha supuesto esta violación, una joven de tan solo 20 años acorralada por una “manada” de 5 hombres “hechos y derechos”. Esta chica ha sido juzgada tanto antes de la violación, durante la misma e incluso después de ella, dejándonos claro cómo funciona nuestra sociedad con respecto a estos temas. Creo que una vez que empezamos a justificar a los hombres que han cometido este abuso estamos juzgando de lleno a la víctima. ¿Acaso pretendemos que sea obligación de cada mujer violada exteriorizar su dolor? Porque no es suficiente la repetición constante de esa escena en tu cabeza, te han arruinado la vida y encima todo el mundo tiene que saberlo. Las mujeres llevamos arrastrando durante toda la Historia la etiqueta de vulnerables, y encima pretenden hacernos creer que debemos actuar de esta manera: vulnerables, débiles y frágiles, como si una mujer no pudiera ser más que eso.

El caso de esta chica nos ha hecho ver lo que sucede cuando denuncias. Si te callas te acusan de ser cómplice de tu propia pesadilla; pero es aún peor cuando no te callas. La gente pone en duda tu testimonio o los medios hablan al mismo nivel de la víctima y los agresores. Por ello admiro su decisión de seguir adelante con la seguridad de saber que no ha hecho nada para merecerlo ni le han robado ningún valioso tesoro. Porque una violación sólo deshonra a quien la comete. Y, que yo sepa, no tenemos el alma entre las piernas.

Para concluir, he de decir que siempre he pensado que me ha tocado una mala época para ser mujer y es muy posible que esa época comenzase con la aparición del primer ser humano; pero eso no significa que debamos quedarnos con los brazos cruzados ante estos problemas. La “manada” no son estos 5 hombres que están siendo juzgados; la manada son cada uno de los componentes de esta sociedad que mira hacia otro lado ante esta barbarie. En España cada año se denuncian más de mil violaciones, se notifica una violación cada 8 horas y aun así se siguen normalizando día tras día estas agravantes cifras. Por suerte, cada vez son más las mujeres que comienzan a compartir sus experiencias, sus traumas o sus puntos de vista. Lo que tenemos que hacer es escuchar y reflexionar, que sus palabras cambien nuestra forma de ver el mundo. Nuestro trabajo ahí está en preguntarnos cómo podemos hacer mejor las cosas.

 

Rocío Amador Pertíñez

curso 2017-2018