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Antonio Salinas García

 

 

 

 

Dedicado a  ANTONIO SALINAS GARCÍA.

Profesor de Francés del I.E.S. ALBA LONGA (1990-2008).

SOTO Y SALINAS en equipo 1997-98

Equipo Directivo curso 1997-1998 y 1998-1999: Antonio Salinas García a la izquierda de la imagen.

 

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Curriculum Vitae in Alba Longa:

-Fue miembro fundador del Primer Claustro de Profesores que inauguró el I.E.S. “Alba Longa” de Armilla en 1990, donde ejerció  la profesión docente en el Depto. de Francés desde el 1 de octubre de 1990 hasta el 31 de agosto de 2008.

Antonio Salinas

    -Ocupó el cargo de Vicedirector en dos             ocasiones:

       Desde el 1 de enero de 1998 hasta el           30 de junio de 1999.

       Desde el 1 de julio de 2004 hasta el 30        de junio de 2005.

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Un filólogo proteico parisién

 

Si existe un antecedente divino con quien comparar a Antonio Salinas, este es Proteo, dios del cortejo de Poseidón, sabio por su profundo conocimiento del pasado, su intensa entrega al presente, su no menor facilidad para alumbrar el futuro, y por su capacidad para metamorfosearse con la rapidez del líquido elemento, tomando ya las trazas de león o la forma de serpiente, ahora las de camaleón o sapo durmiente.

Para el novato o la párvula que llega a nuestro Centro, Antonio es pura atención, curiosidad y constante dedicación. Amante de la novedad, se mueve en su entorno, atraído por descubrir lo desconocido. Grato amigo, fiel servidor y el primero entre el grupo de compañeros que se conocerán después, nos introduce en el Claustro, acercándonos al lugar que nos corresponde en el conjunto de amistades y rangos. Esa atención la realiza sin otra intención que el descubrimiento y el amor. Pero, una vez conocidos: ¡La juerga está servida! Y aquí vemos al novel con las morcillas del terruño, la tarta imperial o los roscos de Loja… ¡La juerga está servida por el anfitrión Salinas, olfateador de perlas finas! Mas, luego se trueca por obra y gracia de sus múltiples ocupaciones y por su esencia proteica, y tan pronto es pajarero (“mi amante pajarero me trajo un loro con las alas doradas y el pico de oro”), como antiguo aceitunero, profesor amado o eficaz traductor.

Por centrarnos  en esta última actividad, Antonio en sus versiones nos mostró la soledad de las Islas Kerguelen, perdidas entre tempestades al sur del Índico, junto a la Antártida, apenas visitadas por intrépidos viajeros al borde del heroísmo o la locura; o la belleza exuberante de los frescos majestuosos que Eugenio Delacroix realizó para la capilla bautismal de Saint-Sulpice, en el corazón mismo de París, donde acontece eternamente la lucha de Jacob con el Ángel o la expulsión de Heliodoro del templo de Onías. También por ellas supimos del “ovismo” de Charles Delacroix, casi imposible padre del artista por esa enfermedad.

 Pero lo que de veras deleita y embriaga hasta el arrobo a nuestro homenajeado, impenitente lector, es el descubrimiento de términos nuevos, palabras  desconocidas como alcándara o agalmatofilia; pero, sobre todo, aquellas picantes o alusivas a temas amorosos, a la manera de pedicar o irrumar, las cuales, superada la perplejidad del hallazgo, Antonio, cual travieso infante, las acaricia entre los labios para, posteriormente mostrarnos el tesoro lanzándolo a nuestros oídos, casi adormecidos, como si fuera el ensalmo mágico capaz de desencadenar una inminente revolución sexual en la Sala de Profesores… ¡Y nosotros con estas canas mañaneras!

Su afán por la palabra prístina y desconocida le llevó a inventar  nuevas exquisiteces para gourmets de diccionarios. ¡Qué perla resplandeciente”el vino en flor”, con ese manto que apenas vela,  la de aquellas muchachas proustianas, a cuya sombra se formó y refinó nuestro proteico parisién! Con dicha expresión acudió a un Concurso Nacional, y se entendió tan pertinente y adecuada, que ganó: ¡Sabrosas cajas de vino, néctar divino, feliz quien lo probó!

Ese saber de dandi con que se acicaló Antonio en el París de los gloriosos sesenta, le sigue dotando de su fantástica capacidad olfativa hacia las perlas finas. Por él descubrimos, después de muchos años de ceguera, la verdadera perdiz toledana y el lechoncillo auxpoint o degustamos un pato pekinés zaidinero, mucho más exquisito y mejor preparado que el pato laqueado que comimos después en la misma China.

En estos últimos años, Antonio, con ese su afán innovador, propio de todo creador, se entregó al plurilingüismo más radical y exótico: su conocimiento del pasado, que le permite intuir el futuro y prever lo que vendrá, le llevó y le tiene entregado al estudio de la algarabía: durante todo el año pasado, con los nuevos fonemas y lexemas árabes recién aprendidos nos aljamiaba cada mañana la Sala de Profesores, transportándonos sobre alfombra almohade a los desiertos magrebíes y a las cabilas rifeñas en un empeño multicultural que le proyecta hacia lo nuevo y desconocido, gracias a su capacidad visionaria.

¡Así es el amado profesor, creador infatigable, traductor avezado y profeta Salinas, olfateador de perlas finas! Que no son perlas barrocas ni conchas finas; pues según el Diccionario de la Real Academia, Olfatear es “indagar; averiguar con viva curiosidad y empeño”. Perla: “Persona de excelentes prendas, o cosa preciosa y exquisita en su clase”. Fino: “Delicado y de buena calidad en su especie. Sutil. De exquisita educación y cortés. Amoroso y afectuoso. Que hace las cosas con primor y oportunidad”.

En fin, suponer que mi conocimiento del amigo es su verdad, no es sino ignorar que ese conocimiento solo se sostiene en la falsa proyección de uno mismo. Si eliminamos esa engañosa imagen, el que creíamos conocido, al instante, se trastoca en un desconocido, ser arcano a quien descubrir y amar. Con el diferente puedo proyectar empresas, delimitar espacios de coincidencia e incluso construir nuevos mundos, pues solo intercambiando el misterio que yo soy para él con el secreto que él es para mí y, fascinados ambos por alcanzar lo ignoto del otro, generamos conocimiento, amistad y amor.

José Antonio Glez. Núñez